aRte N aXión / Espacio de Crítica, Teoría e Historia del Arte.

miércoles, 21 de julio de 2010

m:n:m::l


La obra presentada por Félix Lazo durante el mes de junio en la Sala de Artes de la CCU, conjuga diversos elementos propios del repertorio del artista a través de una instalación donde el uso de grafismos digitales proyectados sobre un muro intervenido con pequeñas cajas de papel, generan una suerte de pintura digital mural.


Demás está referirse al problema de la estetización mediante la representación de las cajitas de Masu japonés, pues en esta obra el elemento opera perfectamente como mera forma, quedando absolutamente desprovisto de toda significación primigenia, acogiendo la proyección emanada del ordenador al data.


Las dimensiones, formas, densidad, trama y regularidad que van adoptando las distintas figuras obtenidas a partir de la expansión de círculos concéntricos, se encuentran determinadas por la intervención de los espectadores sobre la obra.


La interacción entre los espectadores, su desplazamiento en el espacio y los ruidos generados por estos es captada mediante un micrófono instalado en el centro de la sala, el que transmite este sonido a un ordenador donde un programa acondicionado por el propio artista amplifica el sonido, haciendo que la vibración de onda sea traducida en la generación de una figura, cuyo tamaño, frecuencia y densidad, va en directa proporción con el tono, volumen y ritmo de los sonidos recibidos.

Se produce así, una pintura mural digital donde la obra es un producto de la mediación que realiza este sistema de graficación sobre las acciones del espectador, haciendo que la imagen proyectada sobre el muro adquiera constantemente nuevas formas.

Es necesario también abordar algunas cuestiones fundamentales puestas en escena por este mecanismo. En primer lugar, para poder entender esta obra en términos pictóricos resulta inevitable remontarse al action painting, pues la obra deja adivinar los cambios en la actividad que está registrando por la vía de la mancha –digital- sobre un soporte bidimensional.

Además, podemos decir que este registro gráfico no da cuenta de las actividades realizadas por el artista mismo, quien oficia poniendo en escena los dispositivos que mediarán la relación entre espectador y obra, sino que invita a los espectadores a hacerse partícipes del proceso de modulación gráfica, generando cruces y presentando nuevas provocaciones a las categorías de Shanon y Weaver, haciendo necesario el seguir explorando, problematizando y expandiendo este campo de estudio, al calor de este tipo de intervenciones y sus posibilidades plásticas.

1 comentario:

Patty dijo...

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