La obra presentada por Félix Lazo durante el mes de junio en la Sala de Artes de la CCU, conjuga diversos elementos propios del repertorio del artista a través de una instalación donde el uso de grafismos digitales proyectados sobre un muro intervenido con pequeñas cajas de papel, generan una suerte de pintura digital mural. Demás está referirse al problema de la estetización mediante la representación de las cajitas de Masu japonés, pues en esta obra el elemento opera perfectamente como mera forma, quedando absolutamente desprovisto de toda significación primigenia, acogiendo la proyección emanada del ordenador al data. Las dimensiones, formas, densidad, trama y regularidad que van adoptando las distintas figuras obtenidas a partir de la expansión de círculos concéntricos, se encuentran determinadas por la intervención de los espectadores sobre la obra. La interacción entre los espectadores, su desplazamiento en el espacio y los ruidos generados por estos es captada mediante un micrófono instalado en el centro de la sala, el que transmite este sonido a un ordenador donde un programa acondicionado por el propio artista amplifica el sonido, haciendo que la vibración de onda sea traducida en la generación de una figura, cuyo tamaño, frecuencia y densidad, va en directa proporción con el tono, volumen y ritmo de los sonidos recibidos. Se produce así, una pintura mural digital donde la obra es un producto de la mediación que realiza este sistema de graficación sobre las acciones del espectador, haciendo que la imagen proyectada sobre el muro adquiera constantemente nuevas formas. Es necesario también abordar algunas cuestiones fundamentales puestas en escena por este mecanismo. En primer lugar, para poder entender esta obra en términos pictóricos resulta inevitable remontarse al action painting, pues la obra deja adivinar los cambios en la actividad que está registrando por la vía de la mancha –digital- sobre un soporte bidimensional. Además, podemos decir que este registro gráfico no da cuenta de las actividades realizadas por el artista mismo, quien oficia poniendo en escena los dispositivos que mediarán la relación entre espectador y obra, sino que invita a los espectadores a hacerse partícipes del proceso de modulación gráfica, generando cruces y presentando nuevas provocaciones a las categorías de Shanon y Weaver, haciendo necesario el seguir explorando, problematizando y expandiendo este campo de estudio, al calor de este tipo de intervenciones y sus posibilidades plásticas. Imágenes extraídas desde: http://www.portaldearte.cl/agenda/instalacion/2010/felix_lazo.html |
miércoles, 21 de julio de 2010
m:n:m::l
martes, 20 de julio de 2010
Los Beuys Chilenos[1]
El Museo de Artes Visuales – MAVI, trajo de la mano de Liz Christinsen y Ana María Yaconi, la exposición “Beuys y más allá – El enseñar como Arte”, que presenta la colección que el Deutsche Bank conserva de la obra del artista Alemán, aproximadamente 50 trabajos sobre papel de Joseph Beuys y “sus estudiantes más notables del Düsseldorf Akademie (…), sus alumnos Jörg Immendorff, Norbert Tadeusz, Imi Knoebel, Blinky Palermo, Lothar Baumgarten y Katharina Sieverding”[2].
La muestras intenta centrarse en la dimensión del Beuys educador, acompañando algunas de sus obras con otras creadas por sus estudiantes, para contrastarlas con la obra de un artista – educador chileno, y un grupo de artistas formados por este.
Así, la muestra plantea como contraparte local de la influencia pedagógica de Beuys, la relación existente en el artista Eduardo Vilches, y sus estudiantes Arturo Duclós, Mónica Bengoa, Iván Navarro y Rodrigo Galecio, todos ellos alumnos del Taller de Grabado del artista en
Resulta bastante extraño el hecho de que se elija precisamente la herencia plástica de los maestros a sus estudiantes como hilo conductor de esta muestra, y no existe mayor claridad en la forma en que se ha escogido como ejemplo de esta relación académica a los ya mencionados autores nacionales.
E
l hecho de sintetizar en la imagen de Vilches y su taller, la imagen académica del maestro con sus discípulos en base a la influencia de este en su obra, resulta bastante arbitrario. La muestra no da cuenta de un análisis mayor de las relaciones pedagógicas establecidas al interior del taller.
As
í, resulta liviana la mención que se hace a la labor pedagógica que puedan haber realizado los académicos en la muestra concentrados, pues se vuelve a volcar el proceso de enseñanza – aprendizaje en la áreas artísticas en una cuestión de resultados y no en un quehacer centrado en las relaciones que se establecen al interior del propio taller, como proceso de investigación y estudio de las artes visuales.
La muestra cosifica de esta manera el trabajo de los artistas, realizando un trabajo similar al de la decoración de interiores, pues pareciera que la preocupación mayor de la curatoría reposara sobre el hecho de que las obras combinasen entre sí, realizando un emplazamiento de las obras en base a la similitud de materiales y demás aspectos formales de los grabados, más allá de toda consideración que diera cuenta del “Enseñar como Arte”.
Con esto no busco relativizar el aporte de ninguno de los artistas que exhiben en la muestra, sino por el contrario, evidenciar que su aporte a la expansión de los límites de producción en las artes visuales es subestimado en la curatoría de esta muestra. Demás está hablar de la gran calidad de los grabados que en esta se aprecian, mas las relaciones pedagógicas que dieron paso a la ruptura de límites que muchos de estos artistas produjeron, enriqueciendo la producción nacional generada hasta ese entonces.
Por ende, resulta bastante enigmático el hecho de que se elija a los artistas, precisamente por su pertinencia al taller de grabado, debido a que tanto en el caso de los artistas alemanes, como de los seleccionados chilenos, su producción más exitosa -o la más relevante- es aquella que no se encuentra precisamente conectada al grabado, sino que involucra aquellos proyectos en los cuales han logrado transgredir los límites de producción artística de su tiempo, para abrir con ello nuevos espacios de exploración para las artes visuales. Precisamente, el mítico Joseph Beuys, no es reconocido dentro de la historia del arte como un eximio grabador, sino que más bien, valoramos en él su aporte en el plano de
Si bien el taller de Vilches experimentaba sobre el soporte bidimensional, lo más relevante de algunos de estos artistas podemos encontrarlo en el campo de la intervención espacial y la exploración
con
nuevas materialidades. Tal es el caso de los artistas Iván Navarro, o Arturo Duclós, cuyas instalaciones se erigen como punto de fuga dentro de las obras en exhibición, y nos dan cuenta de que quizás, algún otro tipo de lecciones podemos sacar de los artistas puestos en escena.Resulta necesario no volver a entender el papel de la pedagogía artística desde el mero trasvasije estilístico, donde los resultados dan cuenta de cómo los aprendices adquieren el modus operandi del maestro, sino transformar las metodologías de enseñanza aprendizaje al interior de cada espacio con el fin de resituar al taller como espacio de investigación, de cuestionamiento y de expansión.
[1] Trabajo realizado para el ramo Arte Contemporáneo I, realizado por el Profesor Guilermo Machuca para el Magíster en Artes c/m en Teoría e Historia del Arte de
Nº 337 • Jueves 1 de abril de 2010, pág. 21
domingo, 18 de julio de 2010
En ReConstrucción
Este espacio surgió como un canal para hacer llegar información específica a los estudiantes sobre temas tratados en la clase de Artes Visuales.